¿Tienes preocupaciones?
Cuando era joven, leí una historia de dos gorriones que hablaban de la tristeza y de las preocupaciones tan comunes a los seres humanos. Un gorrión le preguntaba al otro por qué la gente se preocupaba tanto, y éste le contestó: “No pienso que ellos tienen un Padre que cuide de ellos como el nuestro. Nosotros no tenemos que preocuparnos por nada, porque nuestro Padre nos cuida”.
Efectivamente, nuestro Padre nos cuida; pero a veces Él permite dificultades y sufrimientos para que se cumpla nuestro destino, que es magnificar a Cristo. Podemos ser librados de preocupaciones, no porque Dios nos haya prometido una vida exenta de sufrimientos, sino porque sabemos que todas nuestras circunstancias llegan a nosotros según lo que Dios ha dispuesto.
A Pablo no le preocupaba ni la vida ni la muerte. Su única preocupación era que Cristo fuera magnificado en él. Él comprendía que cada circunstancia era para su bien. Ésta es la manera de no tener ansiedad. (Estudio-vida de Filipenses, págs. 536-538)