Olvidas predicar
D. L. Moody en cierta ocasión tomó la decisión de que iba a predicarle el evangelio por lo menos a una persona cada día. Una noche después de acostarse, recordó que no le había predicado el evangelio a nadie ese día. Salió a la calle, y la única persona que vio fue un policía. Se le acercó al policía y le instó a que creyera en el Señor Jesús. Luego Moody corrió a casa. Más adelante, el policía tuvo el deseo de conocer a la persona que le había hablado de creer en el Señor. El policía se enteró de que tal persona era D. L. Moody. Entonces fue a verlo, y fue salvo.
Esto nos muestra que nosotros debemos cumplir el deber que tenemos como sacerdotes del evangelio de visitar a otros con regularidad para poder hacerles miembros de Cristo con miras al aumento y la edificación del Cuerpo de Cristo.