La ansiedad es una característica de la vida natural. Recientemente tuve un problema de salud, y me sentía ansioso en cuanto a eso. Me así de lo dicho por el Señor en Filipenses 4:6-7: “Por nada estéis afanosos, sino en toda ocasión sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios por medio de oración y súplica, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Sin embargo, inmediatamente después de haber declarado que me afirmaba sobre esta promesa, volví a estar ansioso. Aunque deseaba estar libre de ansiedad, ésta se negaba a abandonarme. Yo estaba ansioso porque no estaba plenamente en resurrección, donde no hay ninguna ansiedad. La ansiedad pertenece a la vieja creación y no puede entrar en la esfera de la resurrección, en la esfera de la nueva creación.
Pablo sabía por experiencia que no es fácil llevar una vida que esté plenamente en Dios y completamente fuera de la vieja creación. En 1:21 él declaró: “Para mí el vivir es Cristo”. Pero en el capítulo 1 sólo vemos la declaración, no la explicación ni la definición de la misma. Sin embargo, en el capítulo 3 vemos que vivir a Cristo consiste en vivir la superresurrección y que ésta debe ser nuestra meta.
Todas nuestras acciones y palabras deben estar en resurrección. Si determinada acción no está en resurrección, no deberíamos hacerla. Si determinada palabra no está en resurrección, no deberíamos decirla. La pregunta no es si cierto asunto es correcto o incorrecto, sino si está en resurrección o no. Incluso nuestro amor debe hallarse en resurrección. (Estudio-vida de Filipenses, págs.482-483)
