Conformados a Cristo
En Filipenses 3 vemos que el apóstol Pablo consideraba la muerte de Cristo un modelo, una forma o
un molde. Por ejemplo, cuando las hermanas hacen pasteles o galletas, ponen la masa en un molde. Al ser presionada en el molde, la masa finalmente es conformada al molde. Esto es precisamente lo que
Pablo quiere decir aquí. Él consideraba que la muerte de Cristo era un molde y que nosotros éramos la
masa que debía ser puesta y presionada en el molde. El resultado de esto es que somos conformados a
la muerte de Cristo. (La experiencia que tenemos de Cristo, pág. 169)
El hecho de ser conformados a Su muerte indica que la muerte de Cristo es un molde. Hemos sido
puestos en este molde de muerte, y entonces el poder de resurrección nos conforma a este molde.
Después de hornear [la masa en un molde], la masa adquiere la misma forma del molde. Del mismo modo, el poder de resurrección de Cristo en nuestro interior nos guía, nos lleva, nos porta y nos coloca en el molde de la muerte de Cristo. De esta manera portamos la imagen de la muerte de Cristo.
Podemos ver este molde de muerte en el vivir diario de Jesús el nazareno, según se relata en los
cuatro Evangelios. Todo lo que no era de Dios o estaba separado de Dios fue aniquilado y restringido
por el molde de la muerte. El Señor Jesús vivió en la tierra durante treinta y tres años y medio bajo la sombra de muerte, es decir, en el molde de la muerte. Es de esa manera que Él seguía a Dios, servía a
Dios, vivía para Dios y expresaba a Dios en Su vivir.
Hoy la vida de Cristo en nuestro interior nos pone en el molde de Su muerte. Todo lo que no es de Dios, de Cristo o del Espíritu debe ser puesto a muerte. La vida de resurrección nos pone en el molde de la muerte de Cristo a fin de conformarnos a Su muerte.
