El vino nuevo que alegra


Hace varios años, cuando vivía en Taipéi, Taiwán, un buen número de hermanos y hermanas vinieron y se alojaron con nosotros para recibir alguna ayuda espiritual. Una hermana entre ellos siempre murmuraba y se quejaba. Cuando se bañaba, el agua no estaba lo suficiente caliente; cuando comía, el alimento estaba demasiado frío. Todo el día, decía: “¿Por qué esto?” y “¿Por qué aquello?” ...Nadie estaba contento con ella, sencillamente porque no había aprendido a sacrificarse. Nunca había aprendido a aplicar en su situación al Cristo que se sacrifica. Ella misma no era una persona contenta, ni hacía que nadie más a su alrededor estuviese contento. Carecía de vino. No tenía ninguna experiencia de Cristo como productor de vino, como el que se sacrificó para producir el vino para otros y para Dios.

La vid representa a Cristo como Aquel que se sacrificó a Sí mismo al ser “exprimido” en la cruz para producir el vino nuevo que alegra a Dios y a los hombres (Mt. 9:17, Jue. 9:12)

A veces, bajo la soberanía del Señor, nos encontramos en una situación donde debemos sacrificarnos para hacer que otros estén contentos y el Señor esté contento. Cuando en esta situación llegamos a tener contacto con el Señor, entonces lo experimentamos a Él como la vid que produce vino; experimentamos a Cristo como Aquel que alegra a Dios y a otros. Por esta experiencia llegamos a ser la vid; llegamos a ser personas que producen algo que alegra al hombre y a Dios.  (El Cristo todo-inclusivo, págs. 58-59)


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Apuntes de publicaciones de Living Stream Ministry.

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