Orar para liberar a otros

Muchas veces se me acercan hermanos cuyas mentes están llenas de problemas. En cierta ocasión un hermano en tal condición vino a verme. Después de hablar con él por un rato, le dije: “Hermano, arrodillémonos a orar”. Me respondió: “Hermano Lee, no puedo orar; mi mente está llena de problemas”. Me temo que a veces usted sea exactamente como este hermano. Era sumamente difícil hacerlo orar. Al encontrarse con esa clase de hermano, uno realmente necesita fortaleza. A veces uno se deja afectar. Puesto que él no puede orar, usted se sentirá tan deprimido por causa de él que tampoco podrá orar. Se levantará y le dirá: “Hermano, ¿Qué debemos hacer?” El ha venido para preguntarle qué debe hacer, y usted le responde con la misma pregunta. Sin Cristo no hay solución. 

Cuando me he encontrado en situaciones semejantes, he aprendido a ejercitar mi espíritu y mi fe. Digo: “Señor, Tú estás aquí. No estoy de acuerdo con esa situación. ¡Ata al enemigo! ¡Ata al hombre fuerte! ¡Libera a este hermano! ¡Libera su mente! ¡Haz que ore!” Necesitamos orar como guerreros. Debemos luchar. ¡Alabado sea el Señor! Al orar así para tener contacto con el Cristo ascendido, usted liberará el espíritu de otros. Los conducirá a los cielos. Muchas personas han sido liberadas con esa clase de oración. Pueden, entonces, orar con lágrimas diciendo: “Señor, te alabo, te alabo. ¡He sido liberado!”


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