¿Cuál es tu motor?
Usemos el ejemplo de conducir un auto. Cuando conducimos, ¿el auto nos mueve a nosotros o nosotros movemos el auto? Nosotros no tenemos la fuerza para mover el auto; por lo tanto, el auto nos lleva a nosotros. Asimismo, cuando llevamos a cabo nuestra salvación con temor y temblor, Dios realiza en nosotros así el querer como el hacer. Debido a que Él obra en nuestro interior, nosotros podemos llevar algo a cabo. Es como manejar un auto cuyo motor ya está en marcha; si el motor no estuviera encendido, no podríamos manejarlo. Asimismo, debido a que Dios obra en nosotros, nosotros podemos obrar. Finalmente, en lugar de tener temor, esto será un disfrute.
Lo único que debemos temer es pasar por alto a este Dios misterioso y maravilloso que está en nosotros. Necesitamos estar atentos al Dios que mora en nosotros. Si nos ocupamos de Él, Él manejará el auto, es decir, Él obrará en nosotros para que nosotros podamos llevar a cabo nuestra salvación.
(La experiencia que tenemos de Cristo, págs. 56-57)