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La Biblia y la presencia divina.

Todos los cristianos debemos leer la Biblia. Sin embargo, es posible estar en tinieblas incluso cuando leemos la Palabra santa. Podemos leer las Escrituras sin estar en la presencia del Señor .. La manera apropiada de leer las Escrituras no sólo es con la mente, sino con nuestro espíritu que busca al Señor, contemplando el rostro del Señor mientras leemos...  Cuando leemos la Biblia con un espíritu de orar-leer abriendo nuestro ser al Señor, somos introducidos en Su presencia. Espontáneamente nos encontramos en la luz, y Cristo llega a ser nuestra porción. (Estudio-vida de Colosenses, pág. 59) En una ocasión el Señor dijo a los religiosos judíos: Escudriñáis las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de Mí. 5:40 Pero no queréis 1 venir a Mí para que tengáis vida.  Juan 5:39-40 Es posible escudriñar las Escrituras y no venir al Señor.  Los religiosos judíos escudriñaban las Escrituras pero no estaban dispuestos a v

¿Y si discutimos?

Debido a que me he dado cuenta de que discutir me conduce a las tinieblas, ya no soporto discutir. Una y otra vez, me he visto obligado a dejar de hablar debido a la amenaza de las tinieblas. Oro al Señor y le pido que me perdone por haber expresado el yo. Por medio de tal arrepentimiento y confesión, la luz regresa y puedo seguir disfrutando a Cristo.   Si estamos en tinieblas por haber discutido con alguien, no podemos disfrutar a Cristo ... Si estamos en tinieblas, Cristo no puede ser nuestra porción. Él sólo puede ser nuestra Pascua. Sin embargo, incluso el hecho de que Cristo sea nuestra Pascua requiere que nos arrepintamos y confesemos. La luz es la presencia de Dios. Si queremos estar en la luz, debemos volvernos a Él desde nuestro interior. Entonces Su presencia se convertirá en luz resplandeciente. (W. Lee)

El cuidado del Señor

Tal vez deseemos ser ricos y tener muchos bienes materiales. Pero es posible que el Señor permita que seamos pobres y nos prive de muchas cosas. De la misma manera, nos gustaría tener hijos que amen al Señor y le sirvan... Sin embargo, es posible que la situación de nuestros hijos sea muy diferente de lo que queramos. Si le preguntamos al Señor al respecto, Él diría: “No sabes lo que es mejor para ti. Yo sé que las cosas deberían ser de esta manera”. Aquel que ascendió, es el Sumo Sacerdote que nos sobrelleva, nos sostiene y nos cuida. No obstante, lo que es bueno para nosotros no está sujeto a nuestra interpretación, sino a la Suya. Por ejemplo, usted puede comprar un coche nuevo y espera que le dure muchos años. Pero el Señor opina que debe durarle poco tiempo. Si usted me dijera: “...Ya que Él lo sabía, ¿Por qué me permitió comprarlo? ¿Por qué no me detuvo?”. Yo, por supuesto, no puedo explicar por qué. Sólo el Señor sabe la razón, Él es el Sumo Sacerdote. No sabemos lo que es mejor

La transmisión divina

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Por muchos años no pude entender cómo podemos estar sentados en los lugares celestiales, según lo dice Efesios 2:6. He hallado que el ejemplo de la electricidad es una ayuda excelente para entenderlo. La electricidad que tenemos en nuestros hogares también se encuentra en la central eléctrica. Esto significa que la misma electricidad se encuentra tanto en la central eléctrica como en nuestros hogares. De la misma manera, mediante la transmisión divina estamos unidos a Cristo en los cielos. Esto es ... un hecho maravilloso. El poder que se origina en la central eléctrica se encuentra también en nosotros. No hay duda de que estamos conectados a Él en Su ascensión. Por esta razón Efesios 2:6 nos dice que estamos sentados en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Todo lo que Cristo, la Cabeza, ha logrado y obtenido es transmitido a la iglesia, Su Cuerpo. La iglesia debería recibir continuamente esta transmisión. Es posible que la electricidad haya sido instalada en este edificio de un

Descansar en el Señor

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Venid a Mí todos los que trabajáis arduamente y estáis cargados, y Yo os haré descansar. Tomad sobre vosotros Mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga. Mt. 11:28-30 Tomar el yugo del Señor consiste en aceptar la voluntad del Padre. No consiste en ser regulados ni controlados por alguna obligación de la ley o la religión, ni tampoco en ser esclavizados por alguna obra; sino en ser constreñidos por la voluntad del Padre. El Señor llevó tal vida, ocupándose únicamente por la voluntad de Su Padre (Jn. 4:34; 5:30; 6:38). Él se sometió plenamente a la voluntad del Padre (Mt. 26:39, 42). Por lo tanto, nos pide que aprendamos de Él. La voluntad de Dios es nuestro yugo. Tal yugo es fácil, no gravoso, y tal carga es ligera, no pesada.   Si en lugar de resistirnos nos sometemos a la voluntad del Padre, dando testimonio de que en toda oposición o situación esta detrás Él, tendremos descanso

El vino nuevo que alegra

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Hace varios años, cuando vivía en Taipéi, Taiwán, un buen número de hermanos y hermanas vinieron y se alojaron con nosotros para recibir alguna ayuda espiritual. Una hermana entre ellos siempre murmuraba y se quejaba. Cuando se bañaba, el agua no estaba lo suficiente caliente; cuando comía, el alimento estaba demasiado frío. Todo el día, decía: “¿Por qué esto?” y “¿Por qué aquello?” ...Nadie estaba contento con ella, sencillamente porque no había aprendido a sacrificarse. Nunca había aprendido a aplicar en su situación al Cristo que se sacrifica. Ella misma no era una persona contenta, ni hacía que nadie más a su alrededor estuviese contento. Carecía de vino. No tenía ninguna experiencia de Cristo como productor de vino, como el que se sacrificó para producir el vino para otros y para Dios. La vid representa a Cristo como Aquel que se sacrificó a Sí mismo al ser “exprimido” en la cruz para producir el vino nuevo que alegra a Dios y a los hombres (Mt. 9:17, Jue. 9:12) A veces, bajo la s

Contactar a Dios

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Es posible que no digamos nada cuando vengamos a Dios, pero todo nuestro ser, incluyendo nuestro corazón, debería mirar a Dios. Mientras fijamos nuestra mirada en Dios, quizás suspiremos y confesemos que somos incompetentes, débiles, incapaces de levantarnos, impresentables y que estamos sedientos y carecemos de las palabras para el evangelio y no nos sentimos inclinados a tener comunión con los santos. Deberíamos presentar nuestra condición interior delante de Dios e incluso decirle que estamos escasos en cada asunto. Sin importar cuál sea nuestra condición, deberíamos traérsela a Dios. Hay un himno que dice: “Tal como soy” (Himnos, #481). Esto significa que deberíamos venir a Dios tal como somos, sin tratar de mejorar o cambiar nuestra condición. Orar es venir a Dios tal como somos. Cuanto más cerca estemos de nuestra verdadera condición, mejor...Incluso si estamos débiles, confundidos, tristes y sin palabras, aún podemos venir a Dios. Dios es todo para nosotros ... Nuestra condic