La humildad que produce Dios
Por nosotros mismos no podemos humillarnos; en vez de ello, necesitamos que Dios nos haga humildes [v. 6]. No
obstante, que Dios nos humille requiere que cooperemos con Su operación. Esto significa que tenemos que estar dispuestos
a ser humillados, reducidos, bajo la poderosa mano de Dios.
Podríamos decir que “sed humillados” está en voz activo-pasiva: sed está en voz activa en que apunta a que tomamos la
iniciativa para ser humillados, y humillados está en voz pasiva en que apunta a la operación de Dios que nos hace humildes.
Aunque la mano de Dios es poderosa para hacer por nosotros todo lo que es necesario, Su mano aún requiere nuestra
cooperación. La operación de Dios requiere nuestra cooperación. Por tanto, necesitamos ser humillados. (Estudio-vida de 1
Pedro, págs. 325-327)