El fluir de Dios
Ezequiel 47:1a dice: “Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí, fluía agua de debajo del umbral de la casa hacia
el oriente”. A fin de que el agua fluya, tiene que haber un umbral, una abertura, por donde el agua pueda fluir. Esto indica que
si nosotros, por medio de Cristo, tenemos más contacto con Dios y nos acercamos a Él, habrá una abertura que permitirá que
el agua viva de Dios fluya desde la iglesia. (Estudio-vida de Ezequiel, pág. 324)
Ezequiel 47 dice que el agua fluye desde el lado derecho, el sur, de la casa. Según la Biblia, el lado derecho representa la posición más elevada. Que el agua fluya desde el lado derecho indica que el fluir del Señor debe tener la preeminencia. Debemos darle al Señor la posición más elevada, y también debemos darle al fluir del Señor la posición más elevada. Entonces, el fluir será prevaleciente y llegará a ser el factor que rija nuestra vida y obra.
El fluir pasa por el lado del altar (v. 1d). Esto indica que el fluir es siempre por medio de la cruz. Si la cruz no opera en nosotros, el fluir será obstaculizado. Si hemos de tener el fluir, debemos experimentar la operación de la cruz. Debemos estar dispuestos a pasar por la cruz a fin de que el fluir pueda brotar. (Estudio-vida de Ezequiel, págs. 324-325)
La entrada del templo daba al oriente, hacia donde nace el sol, lo cual significa que se dirige a la gloria (Nm. 2:3; Ez. 43:2). El agua fluye hacia la gloria. Todo lo relacionado con el fluir debe tener como meta la gloria de Dios.
El fluir de vida debe tener el primer lugar. Esto indica que nunca deberíamos olvidar, descuidar ni perder el fluir del agua viva, el fluir de vida. Si estamos en el fluir, todo estará bien, no importa en qué situación estemos. En tanto que estemos en el fluir, seremos uno con el Señor. Debemos prestar toda nuestra atención al fluir y pagar el precio que sea necesario para estar en el fluir. Este fluir debe proceder del lado derecho; debe ocupar el primer lugar; debe tener la preeminencia. El fluir procede por el lado sur del altar. Debemos ponerlo todo sobre el altar a fin de que el agua viva pueda fluir.
Debemos consagrarnos plenamente a fin de disfrutar el fluir de vida. Es necesario que le consagremos al Señor todo lo que tenemos y todo lo que somos. (La revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, págs. 50-51)