Las rebeliones de Israel
Las rebelión en el desierto
La rebelión de María y Aarón contra Moisés
Después, María y Aarón, la hermana mayor y el hermano mayor de Moisés, se rebelaron hablando en contra de Moisés al criticarlo por haberse casado con una mujer cusita (12:1-15). A causa de su rebelión, María enfermó de lepra y tuvo que ser puesta en cuarentena por siete días para que su lepra no se propagase.
La incredulidad para entrar en la buena tierra
Poco después de este disturbio, ellos viajaron a Parán (v. 16), donde surgió el problema de la incredulidad entre el pueblo de Dios. Fue entonces que los hijos de Israel lloraron, clamaron y se lamentaron con respecto a la posibilidad de ingresar en la buena tierra; pensaban que al entrar en la buena tierra sucumbirían ante los gigantes que la poblaban (13:32-33; 14:3). Ellos, incluso, querían retornar a Egipto (v. 4). Ya habían olvidado la tiranía y la esclavitud que habían padecido en Egipto.
La rebelión de Coré, Datán y Abiram contra Moisés.
El capítulo 15 de Números es un capítulo muy apacible, pues allí no se relata disturbio alguno. Pero en el capítulo 16, Coré, Datán y Abiram, junto a otros doscientos cincuenta líderes de la asamblea, se alzaron contra Moisés (vs. 1-3). Éste fue un disturbio de grandes proporciones. La paz del capítulo 15 no perduró por mucho tiempo. Antes de esta rebelión, sin embargo, ya se había dado inicio al proceso de fermentación entre los líderes. El castigo que esta rebelión provocó fue un castigo triple.
En primer lugar, Dios hizo que la tierra se tragara a aquellos tres líderes con sus respectivas familias (Nm. 16:32). Así, ellos se convirtieron en los primeros seres humanos en la historia que descendieron vivos —cuerpo, alma y espíritu— al Seol (v. 33). En segundo lugar, fuego salió de Jehová para consumir a aquellos doscientos cincuenta líderes (v. 35). Únicamente Dios mismo podía haber hecho esto. En tercer lugar, les sobrevino una plaga que mató catorce mil setecientas personas en un solo día (vs. 46-49).
La elección de Aaron después de la rebelión
Después de este castigo triple, Dios ordenó a cada una de las tribus que presentara una vara, y le ordenó a Moisés que las pusiera frente al testimonio (17:1-5). Aquel hombre cuya vara floreciera sería el hombre elegido por Dios. Al día siguiente, la vara de Aarón no solamente había florecido, sino también había dado almendras (v. 8). Éste fue un milagro de resurrección. No obstante, incluso este castigo triple y el milagro de resurrección no bastaron para subyugar completamente a aquel pueblo rebelde (vs. 12-13).
El enojo de Moisés con Israel
Los siguientes capítulos de Números contienen un disturbio tras otro, un problema tras otro. No es de sorprenderse que un hombre como Moisés, de quien el propio Señor había testificado que era el más manso que había sobre la tierra (12:3), se enojase y llamase rebeldes a los hijos de Israel (20:10). Aunque son comprensibles los motivos por los cuales Moisés se enojó, tanto sus palabras como su actitud frente a los hijos de Israel—que fueron resultado de su ira—ofendieron a Dios. Cuando el Señor habló a Aarón y Moisés, Él les dijo que ambos se habían rebelado contra Su mandamiento (v. 24). Debido a este fracaso, tanto Moisés como Aarón no tomaron parte en el ingreso a la buena tierra.
La idolatría de Israel
¡Qué tragedia! El último gran disturbio y fracaso que se nos relata en el libro de Números ocurrió cuando los hijos de Israel, corporativamente, cometieron fornicación e idolatría (25:1-3) al ser engañados por la enseñanza de Balaam (31:16) y los ardides de Balac. Debido a tal fracaso, veinticuatro mil murieron a causa de una plaga(25:9).
Ésta es la historia del Antiguo Testamento. A través de todos los disturbios ocurridos en el desierto, los hijos de Israel fueron completamente purgados, purificados y depurados.