Las columnas y la guía del Señor


Y Jehová iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduviesen de día y de noche. Éx. 13:21

En tipología, la nube representa el Espíritu (1 Co. 10:1-2 y la nota 4 del v. 1...), y el fuego, que ilumina, representa la Palabra de Dios (Sal. 119:105). Por tanto, recibimos de Dios Su dirección viva y para el momento actual por medio del Espíritu o la Palabra. Estas dos columnas simbolizan a Dios mismo, pues Él es tanto el Espíritu como la Palabra (Jn. 4:24; 1:1); más aún, la Palabra es también el Espíritu (Jn. 6:63; Ef. 6:17). Por tanto, Dios, la Palabra y el Espíritu son uno para conducirnos y guiarnos continuamente, ya sea de día o de noche. En la vida cristiana no hay diferencia entre el día y la noche, pues la luz que procede de la columna de fuego hace que la noche se convierta en día.

El primer principio gobernante es la presencia del Señor en la columna de nube y la columna de fuego. En estas columnas, la presencia del Señor es el primer principio gobernante. Este factor se relaciona con la reunión y la actividad o movimiento del pueblo del Señor. Cuándo, cómo y dónde el pueblo del Señor debe moverse y actuar dependen de la presencia del Señor que les es revelada en la columna de nube y la columna de fuego. En otras palabras, si queremos llegar a poseer la tierra, debemos hacerlo por medio de la presencia del Señor. Si la presencia del Señor va con nosotros, podemos entrar y disfrutar la tierra.


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