El Urim y el Tumim
En Éx. 28:29-30. Los doce nombres que estaban sobre el pectoral incluían dieciocho de las veintidós letras del alfabeto hebreo. Las otras cuatro letras restantes estaban puestas en lo que se llamaba el Tumim. La palabra hebrea Tumim significa “perfeccionadores” o “los que completan”. Por lo tanto, en el pectoral con la pieza adicional llamada el Tumim se encontraban las veintidós letras del alfabeto hebreo.
El Urim era un iluminador insertado dentro del pectoral por debajo de las doce piedras. En hebreo la palabra Urim significa “luces” El Urim podía contener aceite para quemar, y el fuego que se usaba para quemar este aceite provenía del altar. Este Urim tenía doce iluminadores, uno para iluminar cada una de las piedras del pectoral. Entonces las piedras transparentes podían brillar con la luz.
Cuando el Urim y el Tumim eran añadidos al pectoral, causaban que éste llegara a ser el pectoral del juicio. Siempre que Josué necesitaba dirección con respecto al mover del pueblo, él tenía que ir al sumo sacerdote, quien entonces recibía dirección de parte de Dios por medio del Urim y el Tumim. Por ende, Dios hablaba por medio del Urim y el Tumim.
El Urim y el Tumim tipifican a Cristo y El pectoral a la iglesia.
Por tanto, el Urim y el Tumim añadidos al pectoral tipifican a Cristo añadido a la iglesia. Las doce piedras preciosas del pectoral tipifican a los creyentes, los componentes de la iglesia, grabados con Cristo como las letras del alfabeto espiritual.Según el libro de Apocalipsis, Cristo es el Alfa y el Omega. Ya que Él es la primera y la última letra, sin duda es también todas las otras letras. Esto quiere decir que Cristo es el alfabeto utilizado para escribir palabras, oraciones, párrafos, capítulos y libros. Las letras grabadas sobre las doce piedras del pectoral tipifican a Cristo como las letras del alfabeto celestial.
El Tumim era lo que completaba, perfeccionaba, las letras en el pectoral. Esto indica que no importa cuánto de Cristo esté grabado en nosotros, aun así no estamos completos. Nos faltan algunas letras, o sea, algo de Cristo. Necesitamos el Cristo que completa, Aquel que lleva las letras que faltan.
El Urim añadido al pectoral hacía que las doce piedras preciosas brillaran ... El punto importante aquí es que aunque había todas las piedras grabadas con las letras, las cuales representan a los creyentes que tienen a Cristo grabado en ellos, todavía faltaba algo. Por lo tanto, existe la necesidad de que Cristo, tipificado por el Tumim, sea añadido a la iglesia, a saber, al pectoral.
No importa cuánto los santos en su localidad experimenten a Cristo o cuánto Cristo sea grabado en ellos, siempre falta algo de Cristo. Por lo tanto, necesitamos que Cristo nos complete. Además, no importa cuánto hemos experimentado a Cristo y lo tengamos grabado en nosotros, estaremos en oscuridad si dependemos de nosotros mismos. Necesitamos que Cristo como luz, como el Urim, sea añadido a la iglesia. Aunque seamos ricos en la experiencia que tenemos de Cristo, todavía nos falta algo de Cristo y sólo Él lo puede llenar. Nunca deberíamos pensar que hemos agotado a Cristo. No, Él es inagotable. Necesitamos que Cristo se añada a nosotros. Cuando esta porción que falta de Cristo es añadida, estamos completos y tenemos el brillo.