Cristo es el pacto
En resurrección, Cristo se convirtió en todos los legados del nuevo testamento así como en el Mediador, el Albacea, encargado de hacer cumplir el nuevo testamento (He. 9:15-17). Esto implica que Cristo mismo es el pacto.
Suponga que su padre le entrega el documento que contiene su voluntad testada, el cual dice que él le dará diez millones de dólares y muchas propiedades. Él tiene el certificado de que ese dinero está depositado en el banco y también tiene los títulos de propiedad de aquellas propiedades. Si la voluntad testada no incluyera todos esos documentos legales, dicha voluntad no tendría valor alguno. Por tanto, en realidad, todos esos documentos legales son la voluntad testada.
El nuevo testamento es el pacto que Dios nos dio. Pero ¿Qué valor tendría ello sin Cristo? Sin Cristo, todos los legados contenidos en el nuevo testamento —la voluntad testada— no tendrían valor alguno. Cuando Dios nos dio la Biblia como voluntad testada, esto significa que Dios nos dio a Cristo. Cristo es la centralidad y universalidad como realidad del nuevo testamento.
Puesto que Cristo nos ha sido dado, esto significa que Él es el pacto. No sólo tenemos los ítems del nuevo testamento en nuestra mente, sino que también poseemos la realidad de este pacto, quien es Cristo, en nuestro espíritu. Cristo en nuestro espíritu es la realidad del nuevo testamento, así que Él es el pacto. (Libro: Estudio-Vida de Isaías – El mensaje: 46)