El jubileo
Y santificaréis el año cincuenta, y proclamaréis libertad por toda la tierra para todos sus habitantes. Os será jubileo; y cada uno de vosotros volverá a su posesión, y cada cual volverá a su familia. (Lv. 25:10-13)
El año del jubileo es el año agradable del Señor profetizado en Isaías 61:1-2 y cuyo cumplimiento ocurrió al venir el Señor según se relata en Lucas 4:16-22. En la tipología del Antiguo Testamento, el jubileo duraba un año, pero en su cumplimiento se refiere a toda la era del Nuevo Testamento, la era de la gracia, por ser éste el tiempo en el que Dios acepta a todos los cautivos del pecado que retornan a Él (Is. 49:8; Lc. 15:17-24; 2 Co. 6:2)
En el año del jubileo todo el que había vendido su propiedad, la porción que le fue asignada de la buena tierra, regresaba a ella sin tener que pagar nada para redimirla (Lv. 25:10, 13, 28), y todo el que se había vendido como esclavo recuperaba su libertad y volvía a reunirse con su familia (vs. 39-41). El hecho de que uno volviera a su posesión y fuese liberado para volver a su familia significa que en el jubileo neotestamentario los creyentes vuelven a Dios mismo —la posesión divina que habían perdido—, son liberados de toda esclavitud y regresan a la iglesia, su familia divina.
En el año del jubileo existen dos bendiciones principales: que todo hombre regrese a las posesiones que había perdido, y que sea liberado de la esclavitud. Si deseamos ser realmente libres y disfrutar a Dios como nuestra posesión, debemos recibir al Señor Jesús en nosotros como nuestro verdadero jubileo. Si lo obtenemos a Él, recuperamos nuestras posesiones y se nos devuelve la libertad. El Señor Jesús nos ha liberado para que obtengamos a Dios como nuestra posesión y seamos liberados de la esclavitud del pecado y de Satanás, a fin de que obtengamos la verdadera libertad.
