Invocar al Señor
El nombre de Jesús se nos da para que lo invoquemos (Ro. 10:13; 1 Co. 1:2). Yo era cristiano por lo menos treinta y cinco años antes de descubrir el secreto de que necesitaba invocar el nombre de Jesús. Antes pensaba que invocar el nombre de Jesús era igual a orar. Con el tiempo, descubrí en la Biblia que orar es una cosa e invocar es otra. Hace quince años pasaba mucho tiempo en oración, especialmente arrodillado. No sabía el secreto, o sea, no sabía invocar el nombre de Jesús, ni sabía que invocar es diferente a orar.
Muchos de nosotros hemos experimentado la oración, pero con poca inspiración. Pero cuando invocamos a Jesús por un tiempo somos inspirados. ¡Pruébelo! Muchos de nosotros podemos dar testimonio de que cuando oramos de la vieja manera, a veces nos dormimos. Pero invocar el nombre del Señor nunca nos causa sueño. Por el contrario, nos despierta.
Hechos 9:14 dice que Pablo, cuando era Saulo de Tarso, trató de hacer daño a todos los santos. Pensaba partir de Jerusalén rumbo a Damasco para prender a todos los que invocaban el nombre de Jesús. Este versículo no nos dice que iba a prender a los que oraban a Jesús, sino a los que invocaban a Jesús. Por este versículo podemos ver que los cristianos de los tiempos primitivos invocaban a Jesús. Cuando oraban, invocaban el nombre de Jesús, lo cual vino a ser una señal que los hacía reconocibles.
La Biblia no dice que será salvo el que ore. Más bien, será salvo el que invoque el nombre del Señor (Ro. 10:13).
Cuando predicamos el evangelio, no debemos esforzarnos en persuadir a la gente. Más bien, debemos hacer que sea más fácil para ellos abrir su ser —su corazón y su espíritu— desde su interior y usar sus bocas para invocar el nombre de Jesús. Si llevamos a los creyentes nuevos a invocar el nombre de Jesús, la puerta se abrirá para que el Espíritu entre..... Lo tendrán todo.
Incluso para los que hayan sido creyentes por muchos años, la mejor manera de tocar al Señor Jesús no es decir mucho, sino acudir a El y clamar: “¡Jesús! ¡Jesús! ¡Señor Jesús!” Invoque usted el nombre de Jesús y probará algo. “El mismo Señor es Señor de todos y es rico para con todos los que le invocan” (Ro. 10:12).
Muchas veces, nuestras palabras son vanas. Es mejor simplemente clamar: “Jesús”. Si usted invoca Su nombre, lo probará y lo disfrutará. El nombre de Jesús es maravilloso. Todos necesitamos invocarlo.
(Apuntes Estudio vida de Mateos 6)